Edgardo Dobry

poemas.ar

Y así la flor vencida por su perfume propio - Edgardo Dobry

Deja sobre el alféizar, deja

un vaso de agua hasta que empiece

a crear vida (te gusta

la palabra alféizar, ¿verdad?

reboza de árabe almíbar,

lástima que cuelgue de algo

triste como la ventana):

se aja así lo visto en la cabeza,

atardecer de amaranto mortecino,

burbuja en un bidón inverso

-no llores, niña, por el sol agonizante,

mañana mientras duermas

estará saliendo a tu espalda

y secará la oscuridad

de los rincones. Pero la banda

de la fiesta popular,

los colores del campo antes del trueno

y los tumultos después,

alondra de la siesta, ruiseñor

del deseo de dormir,

zorzal y benteveo,

al crepúsculo se queda sin petróleo

la antorcha de Febo y humea por la mecha:

en esa lija se pule, aflige,

el himno o la elegía, cuál,

¡los dos!, ¡a la vencida flor!

(signos de admiración son postes

de tender la ausencia

de celebración, de lamento,

de lamento de la ausencia

de una cualquiera celebración).

La inundación errante que ayer golpeaba en Asia

pudiera abatirse esta tarde sobre acá.