Berta García Faet

poemas.ar

Autorretrato religioso -   Berta García Faet

Para Alberto Acerete de la Corte y Unai Velasco

I.

yo, flor de algodón, desmigajada,
o infalible glicina que se abolla con aire,
o vieja rosa terca piadosa romántica
nunca abandoné
la esperanza escatológica

da vergüenza admitirlo, pero Dios no se destruye solo
se transforma de ahí el socialismo
yo, muslos ardientes
de balcón soleado lilium
antirium anastasias
lloro de belleza cuando abrazo a los perros

y solo intento decir (y la nube y el blanco)
que la idea de la Felicidad se manchó con 1.000 pétalos
humillados por un platón
de atenas o de egina

da vergüenza admitirlo, pero las ideas son
solo un residuo
nocivo indestructible cenizas
de la infancia

y sin embargo nada me salva, porque no quiero salvarme
solo besar lo juro pero tú nunca juras
pero tú
nunca juras

es
cierto

II.

confieso
que, en cada amante, planté semillas pepitas de cobre
de árboles que necesitan ser salvados
con incendios o al revés y viceversa

un tintineo de mutismos ante el incomprensible atardecer
anunciaba el apocalipsis
yo abandoné a jesús de nazaret
en la buhardilla cambié
su amor incondicional por torpe amor
condicionado

los padrastros de los nogales tenían forma de hoja y yo
me mordía las pezuñas

los niños católicos que fuimos católicos y, un buen día,

saltamos
al desierto de un egipto peligroso inclemente
somos felices o semi-felices
en las tierras agridulces de la
apostasía sin jesús de nazareth
sin
su desnutrición sin sus milagros
sin
embargo

la nostalgia,
la nostalgia, querido george
steiner

III.

muslos ardientes
de balcón soleado tenazmente abierta
a la ternura, a la luz piernas
exógenas

tiendo al arquetipo de ventana
tiendo al arquetipo de ventana y el viento cruza por mi
pecho porque mi pecho
es un túnel limpísimo mana
el vino el ciervo
lo lame está
escrito

lilium, antirium, anastasias
colegiala que sigue el discurso del sacerdote con precisión exaltada

yo quería ser profeta y gemía de pasión con el cantar de los cantares

da vergüenza admitirlo, pero no encontrarás en el mundo a nadie
que crea en el amor
con más intensidad con más fe con más fervor
que yo

yo
dije
tu nombre es como ungüento derramado

y creí unir idioma y corazón
creí ser mejor que un buey qué

tonta