Pedro Bonifacio Palacios

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Castigo - Pedro Bonifacio Palacios

Yo te juré mi amor sobre una tumba,

sobre su mármol santo!

¿Sabes tú las cenizas de qué muerta

conjuré temerario?

¿Sabes tú que los hijos de mi temple

saludan ese mármol,

con la faz en el polvo y sollozantes

en el polvo besando?

¿Sabes tú las cenizas de qué muerta

mintiendo, has profanado?

¡No los quieras oír, que tus oídos

ya no son un santuario!

¡No los quieras oír como hay rituales

secretos y sagrados,

hay tan augustos nombres que no todos

son dignos de escucharlos!

Yo te di un corazón joven y justo

¡por qué te lo habré dado!

¡Lo colmaste de besos, y una noche

te dio por devorarlo!

Y con ojos serenos ¡El verdugo,

que cumple su mandato,

solicita perdón de las criaturas

que inmolará en el tajo!

¡Tu le viste, serena, indiferente,

gemir agonizando,

mientras tu roja sangre enrojecía

tus mejillas de nardo!

Y tus ojos ¡mis ojos de otro tiempo

que me temían tanto!

Ni una perla tuvieron, ni una sola:

¡eres de nieve y mármol!

¿Acaso el que me roba tus caricias

te habrá petrificado?

¿Acaso la ponzoña de Leteo

te inyectó a su contacto?

¿O pretendes probarme en los crisoles

de los celos amargos,

y me vas a mostrar cuanto me quieres,

después entre tus brazos?

¡No se prueban así con ignonimias,

corazones hidalgos!

¡No se templa el acero damasquino

metiéndolo en el fango!

Yo te alcé en mis estrofas, sobre todas,

hasta rozar los astros:

tócale a mi venganza de poeta,

¡dejarte abandonada en el espacio!