Kobayashi Issa

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Haikus de  Kobayashi Issa


Voces

Para el corazón

que no duda,

las blancas flores del ciruelo.

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Las flores han caído:

ahora nuestras mentes

están tranquilas.

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Mientras dormía profundamente,

muy fatigado,

la primavera tocaba a su fin.

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El mendigo

tiene el cielo y la tierra

como ropa de verano.

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Silencio:

una hoja se hunde

en el agua clara.

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La noche es larga;

el sonido del agua

dice lo que pienso.

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Escuchamos los insectos

y las voces humanas

con distintos oídos.

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El año se va:

oculto mis canas

a mi padre.

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Primavera

En cada puerta,

La primavera ha empezado

Con el barro en los zuecos.

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La primavera ha llegado

Con toda sencillez:

Un ligero cielo amarillo.

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Cuando envejecemos,

Incluso la duración del día

Es causa de lágrimas.

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Click, clack,

El hombre se acerca en la niebla. -

¿Quién es?

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También hoy, también hoy,

Viviendo en la niebla,

Una pequeña casa.

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Un día de niebla y bruma:

Sin duda los Habitantes del Paraíso

Están aburridos y lánguidos.

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¡Flores de cerezo en la noche!

Cómo ángeles

Descendiendo del cielo.

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Después de que oscureciera

Quise cambiar

La manera cómo lo injerté.

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Una hermosa cometa

Se alza desde

La barraca del mendigo.

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La urraca

Se limpia sus patas lodosas

En las flores del ciruelo.

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Pequeño gorrión,

Apártate, apártate del camino,

El señor Caballo se acerca.

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Un exhausto gorrión

En medio

De un montón de niños.

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Echar arroz también

Es un pecado:

Las gallinas se pelean entre ellas.

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El cervato

Se quita de encima a la mariposa,

Y sigue durmiendo.

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La mariposa revoloteaba

Como desesperada

De este mundo.

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La mariposa voladora:

Yo me siento

Una criatura del polvo.

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No parece

Muy ansioso por florecer,

Este ciruelo en la puerta.

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Nosotros, seres humanos,

Retorciéndonos entre

Las flores que se abren.

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¡Qué extraño,

Estar tan vivo

Bajo las flores del cerezo!

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Flores esparciéndose :

El agua que queremos beber,

En la niebla, lejos.

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En la caída de las flores,

No ven ningún Buda,

Ninguna Ley.

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Bajo la luna y las flores

Cuarenta y nueve años

De infructuoso vagabundeo.

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Simplemente confía:

¿No revolotean así

También los pétalos?

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Verano

Pobre, pobre, sí, pobre,

La más pobre de las provincias,

Siente este frescor!

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No tengo nada, -

¡Más que esta tranquilidad!

¡Este frescor!

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Ha puesto al niño a dormir,

Y ahora lava la ropa;

La luna de verano.

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Sólo su sonido, -

Pero era una noche

Con un chaparrón de verano.

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Desnudo,

Sobre un caballo desnudo

Bajo la lluvia torrencial.

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Mi pueblo natal,

Estrujado por los bambúes,

Bajo las lluvias de verano.

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Sólo una pequeña cascada,

Pero su sonido

Refresca la noche.

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El cambio de ropa;

Cuidado con la cabeza

En esa puerta!

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El cambio de sirvientes;

Allí donde esté,

Las mismas flores del ciruelo.

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El frescor de la noche,

Consciente de que la campana

¡Toca a muerte nuestras vidas.

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El camino a Shinano;

Más alto y aún más alto

El canto de los plantadores de arroz.

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A la sombra de un matorral,

Una mujer sola

Canta la canción de los plantadores.

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Amamantando al niño en la cama,

La madre cuenta

Las mordeduras de las pulgas.

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Mi cabaña es tan pequeña,

Pero, por favor, practicad vuestros saltos,

Pulgas mías!

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Golpeando a la mosca,

Golpeo también

Una planta, en flor.

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Todo está bien en el mundo;

Deja que otra mosca

Se pose en el arroz.

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Un ser humano,

Una mosca,

En una espaciosa habitación.

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"Hago Mi Aparición,

Yo, el Sapo,

Emerjo de Mi Matorral."

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Esta mañana, un cielo rojo

Para ti, caracol :

¿Estás contento?

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¿Cuándo llegó aquí,

Junto a mí,

Este caracol?

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"La peonía era así de grande,"

Dice la niña,

Abriendo sus brazos.

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Abriéndose paso entre la multitud,

Una amapola

En su mano.

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Otoño

¿De quién es pues,

Hijos míos,

Esta roja, roja luna?

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La brisa del otoño;

Se abren las flores escarlatas

Que la niña muerta quiso coger.

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"No tendré nada más que ver

Con este sórdido mundo",

Y el rocío desaparece.

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De las blancas gotas de rocío,

Aprende el camino

Hacia la Tierra Pura.

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Visitando las tumbas:

El viejo perro

Va delante.

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¡La gente, ya se sabe!

Pero ni siquiera los espantapájaros

Están rectos.

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Saltamontes,

No hagas pedazos

Las perlas del brillante rocío.

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El anciano perro

Parece impresionado por el canto

De las lombrices bajo tierra.

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Los dondiegos;

En los rostros de los hombres

Hay defectos.

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La débil planta,

Al fin,

Tiene una vacilante flor.

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Una simple hoja de la paulonia

Ha caído lentamente,

Esta mañana.

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Nísperos silvestres,

La madre come

La parte amarga.

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¡Qué grande, qué hermosa,

la castaña

A la que no pude llegar!

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El ciruelo de mi cabaña;

No pudo evitarlo,

Floreció.

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Invierno

El anterior morador:

Sé muy bien

Todo el frío que pasó.

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Al llegar a la puerta,

La campana del Templo Mii

Se queda helada.

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Aún así, aún así,

Sumiso ante el Más Allá,

El fin de año.

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La luna creciente

Está torcida y encorvada

Penetrante es el frío.

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En la tempestad del invierno,

Alguien llama al masajista

En vano.

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Sencillo y sincero,

El criado también

Barre la nieve de la puerta vecina.

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Bajo la fría lluvia,

Por amor a los demás,

¡Ten Piedad Buda!

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Este fuego de carbón;

Nuestros años decaen

Igual.

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Música sagrada en la noche;

Hasta las hogueras

Caen revoloteando las hojas teñidas.

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La gente es poca;

Una hoja cae aquí,

Cae allí


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