José Pedroni

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Gitana - José Pedroni

Un día inesperado, por el camino andado,

llegaste a mi ventana; un día inesperado.

Me miraste en los ojos, y fueron signos rojos

lo que viste en mi vida, más allá de mis ojos.

Oh los signos, gitana, que tus ojos malignos

hallaron en mis ojos, ¡oh los infaustos signos!

Me tomaste las manos, y tus ojos tiranos

leyéronme la triste palabra de mis manos.

Oh la palabra triste, gitana, que leíste

en mis confiadas manos, ¡oh la palabra triste!

Con luciente mirada tu rom* de tez bronceada

me devoraba el sueño de mi pobre mirada.

Y el oro aventurero de su engañoso arillo

se mofaba del oro de mi mirar sencillo.

Temblaban tus medallas que el sol abrillantaba,

y como tus medallas mi corazón temblaba.

Al marcharte me dijiste tu nombre ¡Oh, tu nombre!

¡Cómo es suave tu nombre en los labios del hombre!

Y ahora sufro mucho; con tus augurios lucho

desesperadamente; te nombro, sufro mucho.

Lloro porque no puedo dejarte de creer,

y lloro más, gitana, por que no has de volver.